martes, 24 de julio de 2012

Ni transcurso ni emociones.

Ahora, varias veces en una tarde, el comentarista deportivo mira pareciendo ser él quien deseara hablarme. Me divierte tal pensamiento y me alejo, expresando con esto mi negativa. No, no quiero hablar señor, estoy pensando en cosas que no tienen solución, que no tienen ni transcurso ni emociones.
Escribo luego un poema sobre Conserjes, Apaches y Polvo.
Hace un tiempo vi en la calle a alguien que supuestamente es editor, o era editor, no sé. También me miró, no es idea mía, pasé de largo pensando en la imagen de un cartel diciendo "no publicaré, no insistan" y en las palabras que emplearía para explicarle, orgullosísimo, digno, mi decisión heroica de silencio.
Yo no debería haber estado en ese momento y en esa calle donde he visto a esta persona. Eso me mueve a pensar en señales y encierros cruzados.
Por cierto, son pensamientos sin mayor novedad.
Steinbeck encontró a su mejor amigo en edad avanzada.
Enterarse vía teléfono de la muerte de un cercano es la marginalidad misma.
Plaza Zañartu aparece en sueños.