sábado, 31 de agosto de 2013

Las secuelas del mirar. Las secuelas del mirar a veces nos llevan de vuelta a los lugares mencionados. Esos rastros, esos rastrojos de golpe emergen, etc. En esta única ocasión, oh, en este día respiración produciéndose, miro a los dos extraños microbuses en el fondo del desproporcionado patio, aún de tierra. Este patio puede ser como la vida de una persona, no es que ahora crea en la magia, pero siempre creí en la magia, de eso se trataba todo. Están así los buses uno y otro en los extremos del fondo del patio... que es hermoso quizás. Un Lada negro ( antes taxi?) en el frontis tiene las ruedas pintadas azules. Habrá un multifacético conductor, oh? Quién será la soñadora conductora? Es creible que toda esta desprolijidad es la alegría de muchos. Hay otros detalles que refuerzan esa especie de idea, pero no es necesario describirlos pues ahora, tras mucho tiempo, ha llegado a mi cerebro un contenido leyendo a Gogol. Gogol es tan perfecto que está al medio de lo que voy a decir referente al contenido mentado, y con esto termino. O eres de los que escribe pensando que aburres y buscas terminar lo más rápido posible, abreviando al máximo las descripciones de lo que sea, o por otro lado eres de los que crees que puedes pastar y hacer pastar eternamente a los lectores embelesados en tus dos mil ochocientas treinta y cuatro páginas. Gogol controló ambas variantes. Se hubiera alegrado de las dos micros.