martes, 19 de noviembre de 2013

INDUSTRIA Escribir sobre una industria, sobre lo que pasa y sobre lo que se ve en la fachada de una industria: escribir sobre algo que no pertenece al cuerpo. Seguir escribiendo, continuar, seguir escribiendo sin previo aviso, relleno de los ojos, enorme cantidad de buses que no paran sin razón clara. Como esos momentos en que el operario detiene su faena y sin quitarse las orejeras anti-ruido sale, sale a la entrada de la industria, se encuclilla de pronto fumando, la vista en sus propios zapatos y el suelo, plástico sacrificado por nadie. Alguien vestido completamente de azul es alguien que anda en otros pasos, con otra intensidad, salvará a otros. Ingresan y se escapan camiones tapados que no dejan ver si van cargados o no. Señas desde lejos entre los conocidos, eso hace toda la diferencia, canchas de tierra rebalsadas de neblina domingos infancia permanente. Una bolsa roja enganchada en una de las palmeras que adornan el bandejón, no queda Política. Puede ser una especie de promesa: El Metal protege al líquido, las vasijas gigantes contienen las reacciones químicas. Los guardias tienen un salario, los guardias protegen el recinto (de qué?). Prosa del sobresaltado corazón, quién prefiere el estallido del Mar al Mar mismo? Si hubiera habido más tiempo, los Antepasados seguirían haciendo lo mismo. Mueren en hospitales europeos los que, extrañamente según los desalmados, añoran Lo Hermida. Periodistas fingiendo sorpresa sobre por qué gentes les insulta certeramente. Profesores que saben de cobardía se envalentonan contra lanzadores de agua. El carro de bomberos es sólidamente odiado. Arrodillado como todos frente a su hijo, el guitarrista nunca recuerda a su público. Unos manejan piedras, otros maderas, pero el papel escrito puede hacer llorar. Si desaparecen los nombres, si la emoción se queda en ti, si pierdes todo, si sostienes tu silencio alegremente. Eres algo, como lo fuiste antes.