martes, 25 de febrero de 2014

Ignacio Vergara/ Curas rurales antes y hace menos tiempo un cura obrero, Ignacio Vergara. Lo Valledor, El Salto, Maipù, El Montijo y Arica, 'tirando para abajo', profeta y no fundador, el mismo misterio constante del hombre que disemina rayos a su alrededor. Misterio para el resto, no para sî mismo, veranos innegables. Ninguna joya es inocente, pero puede ser usada sonriendo por alguien inocente, pensarîas eso? Transcurre la tarde, pensarîas eso? Sabrîas de las colonias de verano para pobres en Las Cruces? Por qué la dulzura de su vida queda si su vida fue conflicto? Ciertamente es el otro el que nota, se maravilla y califica. El detalle de ser un humano no es la edad de una joya vieja, pero no es completamente diferente. El ego dura un rato, como un olor, y luego campo compartido, traspaso y final. Puede sacar del silencio sôlo el que rompe raramente el suyo. En cuatrocientos agnos mâs seguirân habiendo tardes como estas, nuestros descendientes reirân y sufrirân, oh cuàn solos estarân, sî. Ignacio Vergara, cura, gâsfiter... el chiste hormonal del jazz en la mediagua, sentimientos. O lo intransferible de estar vivo por ejemplo el setenta y cinco en Santiago de Chile, el ochenta y tres y asî.