jueves, 14 de mayo de 2015

Con un libro viejo en el bolsillo de la chaqueta como los tipos que pensaba ajenos a mí, como caminan internándose en el aire los que saben de desgracias personales. Un titular dice antes lo que hace tiempo queríamos intuir: los artistas frustrados que destruyen el mundo sueltan su producción. El computador se conecta, debería llover pronto. La vida tarda en dejar sedimentos en el arte, revalorizar al pintor de brocha gorda nos lleva a la antigüedad política de las sangres. No saben persuadir los que sólo compran, no chapotean los eternos. Se deslizan los lápices por la mesa, no retes a los niños. La superioridad de una mujer bella, Leonard Cohen y el aceto balsámico, las condiciones laborales de todo lugar, las ruedas de los camiones constructores.