Manejamos una parte más bien ínfima de nuestros propios recuerdos.
Una parte ínfima de todo.
No sabemos bien por qué recontradiantre recordamos lo que finalmente recordamos. Desconocemos las motivaciones y las tramas no las vivimos como tramas sino como hechos, Ladrillos Y Frutas apilándose.
Pero he aquí que los recuerdos se producen, son reales y claros en nuestro cerebro.
A veces se refieren a personas hablándonos, palabras que iban al descanso del silencio anhelando el nuevo uso o El Olvido...
Hablo de recuerdos y no de sueños, aunque dormidos soñemos recreando nuestros recuerdos.
Recuerdo entonces ahora, esta vez, al ‘equipo’ que formaban rengueando compañeros de curso las tardes de los sábados, ‘equipo’ que servía de ‘sparring’ a Catafau cuando quedaba libre ‘del Campeonato’ y de maltratar a ‘Los Gloriosos’.
El antecedente de esos ‘entrenamientos’ con El Sparring Fantasma fue, indudablemente, la serie de enfrentamientos contra Dedes y Compañía, es decir, Traverso, Dedes mismo, un par de tíos y el padre de Daniel, Dedes, colocolinos recalcitrantes...
Daniel (quien en la tercera temporada integró Catafau con dudosísimos resultados) cayó siempre, tanto en las canchas del patio central del colegio como en Las Industrias, frente a Catafau (uno de los partidos Catafau lo jugó y lo ganó con cuatro por no llegada de Erranz... el padre de Dedes emitió aquella vez, epítetos de incomprensión profunda relacionados con el juego de enganche largo y pase rebuscado de su hijo).
El Sparring Fantasma comprendía una irregularísima formación que contaba con:
‘Protectores’ Cortés, ‘Futuro’ Mardones, ‘Termómetro’ Sepúlveda, ‘Desprolijidad’ Caro, ‘Corte Bacenica’ Torrealba, ‘Nazario’ Pabi, Iván ‘Sailor’, ‘Gallego’ Cisternas, ‘Habitante Suburbano’ Cerda, ‘Durmiente’ Palma, entre otros...
Tan selecto grupo no gozaba con la clase de Ed. Física y los problemas de motricidad no le eran absolutamente desconocidos, pero eran gente ‘buena’...
Con ellos se podía hablar ‘de un par de cosas’ y el ambiente que se formaba en los partidos era algo que podría caracterizarse de (como diría un amigo) ‘más que agradable’.
Los entrenamientos carecían de velocidad, de real exigencia, de lógica...
Habían hechos que se repetían en flagrante desproporción:
el pelotazo en zona genital de Cortés (en las circunstancias más rebuscadas, como cuando Dedes antes de comenzar el partido, irreflexivamente, de media vuelta y a quemarropa impactó la zona industrial y erógena de Luis, dejándole sin aire y maldiciendo en el suelo de baldosas grises, donde se reflejaban las risas descontroladas de los hipotéticos Camilleros y/o Paramédicos), los goles imperdibles que perdía aquél que tenía ‘Futuro’, pero poco Presente y escaso Pasado; el trote cansino, rebuscado, enervante, diagonal de Temperatura (lo que nos obligó a pedirle si su hermano menor podía asistir a los partidos en la ilusión de ganarle el puesto y dejarle eternamente en la banca), la aplastante falta de sentido del pase de Caro, el atolondramiento feliz de Torrealba, la zurda de mentira, pero esforzada de Pabi, el mutismo absoluto y risueño de Iván (hermano de Guille...), las trancadas ‘con papel de diario’ de Cisternas, el estilo hartero y cómico de Cerda al agazaparse como pretendido arquero, el semblante ido de Palma...
Contra ellos Catafau no ganaba en exigencia, pero sí en complacencia, ‘una cosa por otra’ nos dirían Los Veteranos Que Sí Vivieron.
Las canchas las ocupábamos gratis, había que llegar antes que los extraños scouts u otros ‘Jugos de Pelota’ tan afiebrados como Nosotros.
Eran los tiempos del reseñado Maestro Llamas, no se cobraba, no se cobraba por las canchas... él se paseaba zanjando cualquier disputa territorial... todo directo, hablado...
Luego, bajo la dirección de otros, se empezó a cobrar o a ocupar las canchas para Retiros u otro tipo de Salvación, el Colegio Era de Ellos.
Cambió el público, cambiaron las expectativas, no sé.
Catafau Y El Sparring Fantasma tuvieron su Tiempo y ese tiempo se me hace difícil no idealizarlo o, al menos, no distorsionarlo discreta, pero decisivamente en este otro tiempo donde estamos tan lejos, tan desconectados, tan vivos.
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Una parte ínfima de todo.
No sabemos bien por qué recontradiantre recordamos lo que finalmente recordamos. Desconocemos las motivaciones y las tramas no las vivimos como tramas sino como hechos, Ladrillos Y Frutas apilándose.
Pero he aquí que los recuerdos se producen, son reales y claros en nuestro cerebro.
A veces se refieren a personas hablándonos, palabras que iban al descanso del silencio anhelando el nuevo uso o El Olvido...
Hablo de recuerdos y no de sueños, aunque dormidos soñemos recreando nuestros recuerdos.
Recuerdo entonces ahora, esta vez, al ‘equipo’ que formaban rengueando compañeros de curso las tardes de los sábados, ‘equipo’ que servía de ‘sparring’ a Catafau cuando quedaba libre ‘del Campeonato’ y de maltratar a ‘Los Gloriosos’.
El antecedente de esos ‘entrenamientos’ con El Sparring Fantasma fue, indudablemente, la serie de enfrentamientos contra Dedes y Compañía, es decir, Traverso, Dedes mismo, un par de tíos y el padre de Daniel, Dedes, colocolinos recalcitrantes...
Daniel (quien en la tercera temporada integró Catafau con dudosísimos resultados) cayó siempre, tanto en las canchas del patio central del colegio como en Las Industrias, frente a Catafau (uno de los partidos Catafau lo jugó y lo ganó con cuatro por no llegada de Erranz... el padre de Dedes emitió aquella vez, epítetos de incomprensión profunda relacionados con el juego de enganche largo y pase rebuscado de su hijo).
El Sparring Fantasma comprendía una irregularísima formación que contaba con:
‘Protectores’ Cortés, ‘Futuro’ Mardones, ‘Termómetro’ Sepúlveda, ‘Desprolijidad’ Caro, ‘Corte Bacenica’ Torrealba, ‘Nazario’ Pabi, Iván ‘Sailor’, ‘Gallego’ Cisternas, ‘Habitante Suburbano’ Cerda, ‘Durmiente’ Palma, entre otros...
Tan selecto grupo no gozaba con la clase de Ed. Física y los problemas de motricidad no le eran absolutamente desconocidos, pero eran gente ‘buena’...
Con ellos se podía hablar ‘de un par de cosas’ y el ambiente que se formaba en los partidos era algo que podría caracterizarse de (como diría un amigo) ‘más que agradable’.
Los entrenamientos carecían de velocidad, de real exigencia, de lógica...
Habían hechos que se repetían en flagrante desproporción:
el pelotazo en zona genital de Cortés (en las circunstancias más rebuscadas, como cuando Dedes antes de comenzar el partido, irreflexivamente, de media vuelta y a quemarropa impactó la zona industrial y erógena de Luis, dejándole sin aire y maldiciendo en el suelo de baldosas grises, donde se reflejaban las risas descontroladas de los hipotéticos Camilleros y/o Paramédicos), los goles imperdibles que perdía aquél que tenía ‘Futuro’, pero poco Presente y escaso Pasado; el trote cansino, rebuscado, enervante, diagonal de Temperatura (lo que nos obligó a pedirle si su hermano menor podía asistir a los partidos en la ilusión de ganarle el puesto y dejarle eternamente en la banca), la aplastante falta de sentido del pase de Caro, el atolondramiento feliz de Torrealba, la zurda de mentira, pero esforzada de Pabi, el mutismo absoluto y risueño de Iván (hermano de Guille...), las trancadas ‘con papel de diario’ de Cisternas, el estilo hartero y cómico de Cerda al agazaparse como pretendido arquero, el semblante ido de Palma...
Contra ellos Catafau no ganaba en exigencia, pero sí en complacencia, ‘una cosa por otra’ nos dirían Los Veteranos Que Sí Vivieron.
Las canchas las ocupábamos gratis, había que llegar antes que los extraños scouts u otros ‘Jugos de Pelota’ tan afiebrados como Nosotros.
Eran los tiempos del reseñado Maestro Llamas, no se cobraba, no se cobraba por las canchas... él se paseaba zanjando cualquier disputa territorial... todo directo, hablado...
Luego, bajo la dirección de otros, se empezó a cobrar o a ocupar las canchas para Retiros u otro tipo de Salvación, el Colegio Era de Ellos.
Cambió el público, cambiaron las expectativas, no sé.
Catafau Y El Sparring Fantasma tuvieron su Tiempo y ese tiempo se me hace difícil no idealizarlo o, al menos, no distorsionarlo discreta, pero decisivamente en este otro tiempo donde estamos tan lejos, tan desconectados, tan vivos.
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Braulio Musso.