miércoles, 1 de abril de 2020

Marzo


Le voy a llevar una nueva polera a un muerto
aunque la emoción de la noche nos encuentra sin el único mérito de la memoria.
Los que continuarán nos besan, quizás dejándonos atrás
por ser los besados.
Las estrellas no bajan hace mucho tiempo, los ojos se vuelven indispensables antes de dormir
y lloran los que lo necesitan, disponen la ternura al nivel de los cuerpos.
No guirnaldas, no besos, una nueva polera para un muerto.
La demora será el polvo de las tardes del mundo
los aviones crujiendo y el tren que iba a las afueras
de un pasto brotado entre los metales.
Ahora que tu vida ya ha pasado entre la luz
llevarle la polera a un muerto
tal como otros te regalaron sus ímpetus y más
sería el rito perdido de la compasión.
Tal como te recogieron y te cuidaron y mucho más
llevarás una nueva polera a un muerto
con el mundo quebrándose en otro giro
de las ganas de todo contra nada
por encontrar amigos en el colegio nuevo
o amigos en la adultez
no bastando el rumor cercano del paso del tren o el desnivel dominado.
No hay ningún y están todos los consuelos en la hermosa polera a un muerto
las bofetadas del tiempo no tienen restricción
y duelen desde los bordes hasta el interior de lo que hasta ahora somos.
La querida polera secreta que llevamos al muerto
a la muerta repleta de compasión
que nos enseñó que la generosidad es llanto
y que no hay nada más.
No biografía, amor
tiempo, decepción y una mañana
o una noche
una polera nueva a un muerto.