lunes, 24 de agosto de 2009

Bañarse






A veces para estar perfectamente triste, es necesario prepararse.
Bañarse, esperar, no estar perfumado sino intermedio, comer relativamente liviano (sin exagerar).
Triste, no desesperado, ojo.
Hay tantos ejemplos, pero no hay que nombrar los ejemplos.
No hay que confiar en esa rutina, hay que aventurarse solo en la calma y en la aridez.
Si uno efectivamente se aventura, entonces se da cuenta que hay pocas cosas que necesitan ser dichas.
Pocas, pocas... bueno, no tan pocas, no muchas.
Casi todo está ya en los títulos.
Muchas veces un restoran o un poema son su título, su nombre.
El resto son acomodaciones.
Eso provoca el problema de poder alcanzar a respirar antes del fin.
Pero aquello se remedia con la posibilidad de repetir muchísimas veces el trozo, la página.
Es bueno eso. Volver y repasar mil veces algo.
Alguna vez regrabé la misma sola canción por los dos lados de un caset de una hora.
Eran tiempos más modestos que los actuales.
Espero que no se crea que estaba o estoy loco al revelar este terrible secreto.
Necesitaba convencerme del mensaje de esa canción, tenía un caset bailando de sobra, ahí hay al menos dos razones.
En ese sentido, la repetición exigía producirse decenas de veces y ella constituía un nuevo esquema, si se quiere, emocional... artístico, artrítico.
La brevedad, una vez que se adopta, se suaviza con la repetición.
Punto por hoy.

PS. Habría que relacionar a Chet Baker con... Alfonso Alcalde, por ejemplo.

Braulio Musso

lunes, 17 de agosto de 2009

Luis Alberto Spinetta - Es la medianoche.


Su cuerpo volverá, ágil como un halcón
hojas y latas/ se tuercen, todo cambia en el acto…
loca su mano gris, pierna sin ansiedad
en autos de hielo/ van
es la medianoche
que sujeta / la dulce pasión

Frágil así el amor
es en el tubo, es
es sólo un soplo
la prueba está en la marginación
mientras en el jardín
la perla negra fue
y no es un fracaso, no...
es la medianoche
que sujeta/ la dulce pasión.

Todo se ha calcado a sí mismo
nada busco ya sin pasos
se pudre la mentalidad, dice adiós,
oh,
pues huye de la razón, amor
esto no se explica/ ni al principio ni al final, oh
oh, oh.

Dio dos sobre el cristal/ sus ojos rendirán
una sonrisa/ bajando la escalera de mármol
mientras en el jardín/ la perla negra fue ya...
y no es un fracaso, no...
es la medianoche
que sujeta/ la dulce pasión.


Poema de la antepenúltima canción del disco de 1989, ‘Don Lucero’.