lunes, 15 de marzo de 2010

Querida D:



Querida D: 

Al parecer lo peor ya ha pasado, en todo sentido, con respecto a la tragedia chilena.
Hablo del terremoto y del maremoto, no de la victoria ultraderechista del 17 de enero.
Hay varias capas de hechos: las muertes, los lugares destruidos y el miserable intento de aprovecharse políticamente del dolor de los deudos y de aquellos que perdieron sus bienes materiales.
Pobres vidas, pobres familias de aquellos que así actúan.
La tristísima constatación final de estos días: los bienes materiales son màs importantes que las vidas de unos y otros.
Claro, eso pasa en muchos otros países, pero ése es mi país, y duele profundo, por largo tiempo.
No creo hablar de una manera injusta si digo que estamos en sociedades que festejan falsamente, embadurnando con una lánguida alegría a mucha gente embobada (Festival de Viña) para en unas horas, esa misma gente, pasar a exigirlo todo.
Y en verdad qué hay detrás de esa exigencia?
Lo que hay es la demanda de no vivir la realidad de una tragedia, negar la tragedia que cae y que emerge por más adornos y frivolidades en las que se viva.
Eso es lo que llevó a no pocas personas a pasar por sobre los muertos poniendo como lo real de la situación el tema de los saqueos, queriendo que una tragedia tenga que ver con sus cosas materiales, con las cosas materiales, preocupándose únicamente de los saqueadores, los chivos expiatorios perfectos (luego vendrían otros, pero ningunos tan expuestos ni linchados televisivamente como 'los flaites').
Con respecto a este punto no me detendré en la labor indecente de la prensa, de la televisión...
Me interesa más porque me duele más, el tema de aquellos a los que nosotros, inmaduros imbéciles, llamábamos 'los cumas', a los que hoy llaman 'los flaites'...
Tengo una cuenta facebook... y me llama poderosamente la atención la facilidad para llamar a ciertas personas 'los flaites'... se crean grupos contra 'los flaites'... puedes creerlo?
Curioso: ahora que 'los flaites' hicieron lo que su denominación declara, las bestias del clasismo se muestran sorprendidas, horrorizadas... ellos, los no 'flaites', rémoras inconscientes de la asesina injusticia social, ellos, a quienes les molesta el volumen alto en los audífonos de esos 'flaites'.
Pocos entre ellos, entre los no 'flaites', se descontrolan verbalmente frente al robo de millones de millones de pesos por parte de megaempresarios, pero todos ellos se descomponen frente a la imagen de 'un flaite' con una lavadora al hombro, sustraída de una tienda de capitales inmensos...
Todo esto que te digo, te lo digo con la verguenza de quien habla largamente sobre cosas obvias... Pero por qué entonces estas obviedades son rarezas o sutilezas arcaicas en las conversaciones que logro captar en estos días?
La verdad no lo sé... yo acepto bien esta orfandad, esta soledad en la opinión... te pido me disculpes todo este tiempo que pierdo yo, haciéndote perderlo a ti también, hablando de mis excelencias...
Me detengo aquí para decirte lo que realmente quería decirte: me emociona vuestra fina e emocionante amistad.
Esta distancia no sabrá nunca borrarla.
Vuestra última carta tiene tantas pequeñas verdades que hemos pensado no poco en ellas.
La verdad es siempre un conjunto de pequeñas verdades.
Me alegra mucho que vuestra familia se encuentre sana y salva, eso es lo importante y no sé porqué tan poca gente lo repite.
Me hablas de una iglesia... cuéntame sobre eso, me interesa.
 
Un gran beso sincero,
J.
 

lunes, 8 de marzo de 2010

Quienes interesadamente






El viento, venido de lejos desde todos los mares del mundo, mueve los cables del alumbrado de la calle: no quiero pensar más en los últimos comicios presidenciales en Chile.

No hay más viento, hay furiosos bocinazos desde la calle: vuelta a pensar en todos quienes interesadamente trabajaron para el triunfo electoral de la extrema derecha megaempresarial, bursatil, pinochetista.

Vuelve el viento como una pelota en un taca-taca: no pienso más. No pienso más en eso. Dejo de pensar en mis ideas, mis deseos.
Pienso entonces en los actos de los demás, sí, los actos de los demás: rallar una zanahoria, comer mentitas para el aliento, tener sexo coital, etc..., barrer, hablar con una planta, mandar un msm...
Pienso en esas acciones del mundo y no hay ningún tipo de conclusión.
No existe conclusión.

(Escrito hace un mes.)
Braulio Musso