lunes, 18 de octubre de 2010

El Cerro de nuevo




Esta mañana por fin quiero inventar un secreto sobre el Cerro.
Leo en un libro que el universo entero quiere esperar la índole de nuestra interioridad.
Aquel secreto debiera poder ser olvidado.
Es importante y estremecedor como descubrir en la pieza a tu mujer llorando emocionada al leer un libro.
En el centro del cerro, en el interior del cerro, tu mujer llora más al verte llorar porque ella lloraba por un libro.
No hay cómo llegar al centro del cerro.
No critiquemos a los árboles de su superficie. Quizás ellos están esperando germinar, pero ellos son la verificación del sobrevalorado otoño.
No sé si Bruce Springteen habló sobre cerros, secretos de los cerros.
Hay una capa de polvo que va creciendo sobre el cerro, no son sólo nuestras visiones equivocadas.
Pienso repentinamente que el valle que toca la falda del cerro, participa, tiene que participar también de una especie de secreto.
Es por eso que esta bella mujer llora de comprensión y belleza en una pieza de un edificio de la ciudad del valle del país.
Pero hay otros secretos, otros fervores.
Hay una mujer, la misma u otra, que sale de un bar, que es besada fuera de un bar.
La imagen importante es esta vez la salida del bar, el bar no tiene protección, por así decirlo.
Quizás por eso en la noche todo se juega al salir de él, no sé.
La mujer que llora protegida, la mujer que es besada, las dos son bellas y plenas y reciben verdades y brillan en sus defectos.
En ambos secretos el valle tiembla y respira, tiene que ser así.
La ciudad no podría inmiscuirse, no sabría.
Toda esa dificultad es verdad y tiene un estilo.
Todos están vivos. No hay desgracia posible.
'Esta delicadeza no tendrá castigo', dirán las Antiguas Leyendas.
Dirán Las Bellas Escrituras 'Sigan, Sigan, amados, únicos junto a Todos'.

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