Hablar poco
Un montón de asuntos consiste simplemente en coincidir o en no coincidir.
Por eso los optimistas, los voluntariosos, juegan más o menos a preparar las buenas coincidencias y a desbaratar las que no desean.
El resto de nosotros vivimos, sectariamente, ja, entregados al desencadenamiento de las continuidades, casi como las continuidades televisivas...
La belleza de uno y otro estilo se presenta variable, lo mismo sus ganancias y restas.
Me desplazo por un parque, veo una mujer que pasa tomando agua mineral de su botella muy empinada; vestido y mirada, es una forma de mantención, de lucha también supongo.
Algunos días todo parece armado, otros vueltos patas arriba, ir a apostar, no ir a apostar, cuestión retinal, la fuerza que sabes captar o no de la ciudad, del río real de tu ciudad que te gusta pues no es un río compuestito, un río fácil de carta postal; aquellos y aquellas que repiten cosas sin dejar de pretender ser mejores que el resto, como si inventaran la maternidad, la paternidad, el ecologismo, la solidaridad, ah, etc, hastío de todo eso, etc.
(Madres mejores que creen criar mejor que otras: suelten a sus críos.
Padres salvando al planeta porque son un auto menos: no nos atropellen más en las veredas.
Mujeres divertidas y actuales: dejen que sus niños y niñas se caigan, pudiendo o no ayudarles luego a levantarse)
Algunos días hablar poco, pocote, a fin de exagerar hasta el extremo la sensación de repetirnos ya décadas en las mismas salidas, las mismas salivaciones, los mismos chistes, y sabiendo que los chistes más fomes son los que hacemos sobre nosotros mismos pues 'lo cómico nace de la propia inconsciencia'...
A veces tomar un avión, un tren, es el cambio más verdadero, a veces lo externo es real, la mofa de Hegel sobre Kant replanteándose siempre (Viejo Kant, ya sabemos que no es lo mismo cinco pesos en el bolsillo que cinco pesos imaginados, dinos algo no evidente y sobre todo: no fundes una filosofía sobre esa obviedad), como los chistes de Pedro, Juan, Diego, los nombres...
Esta mañana también, siempre.
A veces tomar un avión, un tren, es el cambio más verdadero, a veces lo externo es real, la mofa de Hegel sobre Kant replanteándose siempre (Viejo Kant, ya sabemos que no es lo mismo cinco pesos en el bolsillo que cinco pesos imaginados, dinos algo no evidente y sobre todo: no fundes una filosofía sobre esa obviedad), como los chistes de Pedro, Juan, Diego, los nombres...
Esta mañana también, siempre.
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