jueves, 26 de septiembre de 2013
Obviedades emocionales
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Se suceden las intensidades y supongo que esto es bien similar a las obviedades emocionales de la mayoría para darse el lujo mortuorio de consignarlo.
Centrarse en lo que sirve, no en los nuevos Hitlers de internet: los poetas, los ciclistas, los bomberos y los vegetarianos.
Esa antigua atracción por los que no sienten apuro en opinar, ese recuerdo de lo que nos han entregado.
Ese jugador de fútbol que fue detenido y torturado y exiliado y que no quiso narrarle a su hijo sin que antes él le preguntara.
Estaremos como estamos hoy.
Algunos le dicen cena, otros comida.
Hablar con una cerveza en la mano, no se enseña la emoción.
Debería dejársele el camino libre y quizás hasta compadecer a los pajarracos que quisieron y quieren la fama en literatura.
Es un camino tan absurdo como entendible el querer vivir de ello, además que a nadie se
le ocurre gastar su vida en eso.
La verdad más grande es que la cordillera es una fuerza.
Comer un completo, Mapocho.
Biblioteca Nacional, no poder inventar las ganas de fumar.
No es mi culpa que muchos vivos se comporten como muertos y no es mi
mérito que muchos muertos den tanta vida, los hayan asesinado
para sus cercanos y se hayan vuelto imprescindibles para
la buena muchedumbre.
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