jueves, 16 de octubre de 2014

De pronto la Cordillera es una visión. Baila, bailotea en los ojos; ella está fija, es la retina la que saltaría sin terminar de remecerse, es un asunto ocular y no externo. Lo externo es la chispa del comienzo, pero súbitamente entonces la cordillera ahora es una visión. Una visión es necesariamente una imagen con movimiento, una imagen en medio del terremoto perceptual, es una imagen vivida: esto no excluye la posibilidad del surgimiento de toda una película de la Cordillera para los que gastan su vida, su corto tiempo terrícola, representando y sobrerrepresentando: es de nuevo de esa manera que el arte se configura en la sustitución de la experiencia o en el redoble exagerado de ella. En ambos casos el conjunto de la vida sobrepasa su mismo íntimo obstáculo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando el equipo del ave más sabia e inteligente gana o muestra una regularidad palpable.. Simplemente la vida es buena.. Pero subjetivamente es más buena cuando el brillante Sr X o el auto denominado bicho logra una clase fluida en el tercero Bellako o los macacos.. Porque se aprende de todo aspecto y por eso.. Gracias totales