jueves, 25 de febrero de 2016
Se dispararon los escritores profesionales, corrieron y corrieron, efectivamente son héroes innecesarios, héroes
totales, conocieron ciudades inmemoriales, viajan hasta comprender lo que otros no se permiten.
Amigo, tú, uno de ellos, emocionado por tu continuidad, es otro tipo de valentía diría, sigues sin que te lo pidan porque estos
asuntos no se piden ni se rechazan.
Admirado con lágrimas te digo todo esto y te recuerdo (por escrito, a través de pantallas que iluminamos aún con confianza).
Pienso que hiciste lo que tendríamos que haber hecho todos Nosotros, los que nos inventamos o tuvimos o anhelamos o viciamos Un Llamado, alguna vez... ¡En la feroz Infancia!
La infancia... sí, ella hasta la muerte.
Pienso y escribo y sí, te tengo una pregunta, escritor:
¿Sabías que tu correría te alejaría de ella? ¿Sabías que escribir sobre ella es adultez, es
final?
No importa tu respuesta, un abrazo.
Tantas cosas nos unen, que tu carrera nos separe es cosa menor, y necesario es
que yo siga viviendo el tiempo y jugando a marcarlo...
Los palos de helado que quedan marcados después del apetito de los hijos, tenue rojo, amarillo de la vainilla industrial.
Vimos Júpiter y no lo dijimos.
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