sábado, 30 de abril de 2016
Apuntes que alguien tomaría en dirección a su primer relato, novela o lo que sea.
Necesariamente son desarrollos, presentaciones, antesalas, explicaciones, ideas...
Nada directo, nada fulminante, nada poético.
Es una claudicación, digan lo que digan, es un camino fácil, un camino; no un llegar,
tocar, hacer contacto e irse, como dijo Dylan.
Hay una experiencia que no logras alcanzar. Es... se parece... si intentas describirla, se parece a una tontera:
es muy similar a lo que uno sentía de niño (¿de nuevo lo de la niñez?) justo antes del inicio de los partidos internacionales
por tv.
Una mezcla de incertidumbre por el funcionamiento del satélite y del fondo musical de la presentación.
Eso resonando fuerte hasta la visión del pasto del estadio extranjero.
Esos apuntes deberían rescatar algo de eso, pero no haciendo la crónica psicológica del que escribe, o el relato comunal.
Un poema serviría mil veces más.
Y más si fuera un poema donde cupiera, oblicuamente, el amor de alguien.
No describir el detalle del cuerpo ni de las labores en el jardín, pero que se sintiera que eso está presente.
Rápidamente buscar el fin del poema y no esperar ganar, no esperar quedarse
dentro del poema.
Escapar hacia el traje leopardo de la mujer que amamanta y mirarla.
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