sábado, 8 de octubre de 2016

Esta vez no cedas a llevar a tus ideas, a tus moldes variables, las ideas de Rodolfo Walsh. Déjale un poco intacto aunque hayas llegado a su historia, déjalo sombrío, muerto, un rato, un año más; por sobre todo no lo celebres, emociónate con sus disyuntivas y enfríate como si este tiempo tuviera mil cosas más que vivir y pensar. Es un logro pronunciar Cochayuyo y lo olvidamos. El mapa del delta del Tigre, pero mucho, mucho, mucho después, cuando otro escribe sobre el que escribió desde la mañana hasta la noche, quien dudó entre afectos interiores y afectos perfectamente exteriores, ¡perfectamente externos, externos! Pareciéndose a la definitiva imposibilidad de hablar realmente sobre Nina Simone. Jugar limpio, o sea, siempre escribir corto, mantener la contradicción para ver si se vuelve comprensible. No resolver el asunto de lo teórico y de lo práctico, en ningún caso resolverlo, dejarlo como tema para toda la vida, extenuando el cerebro, relajando los huesos, estirando la sangre. Si alguien cree resolverlo es porque no conoce sobre Rodolfo Walsh, o sobre lo que yo leo de él y gracias a él.

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