miércoles, 12 de abril de 2017
La contabilidad de minutos, horas, días, es una suposición sin mucha avería, y barata más encima.
Su insolencia impide los disfraces más o menos sutiles.
Y los buses siguen cruzando el camino de las comadrejas, animales ya no muy nombrados.
No comienzan los discursos sin algún tipo de gesto, en el extremo los bordes de los trajes son palpados.
Las solapas de las chaquetas, ¿ qué son en relación al cerebro de un humano?
No es "irse por las ramas" lo que hemos seguido desde que remolones, esperanzados, veíamos dibujos animados.
No eran discursos ni solapas ni comadrejas, eran partes que se relacionaban con todo eso.
La reconstrucción del Phororhacos, el ave del Mioceno... dentro de un libro abierto nos toca el hombro y nos sonríe.
La fuerza de lo sexual y de lo asexual soltándose y amarrándose en la construcción incandescente de este mundo.
Y estas palabras, este teclado, niños desde un patio cercano...
La contabilidad retribuida, premiada, ajena.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)