miércoles, 5 de julio de 2017
Era en la casa de Sonia y Roberto, se cruzan los años de pronto, es eso lo que tengo en mente.
Se mezcla 1979 con por ejemplo el 2002, o el 81 con el 96 y así.
Roberto hace un tiempo está muerto, nunca aparecieron más Sonias y Robertos
por este borde de vida.
Learning to fly salió el 87, entonces era 1987...
El Challenger de nuevo creando y fijando este tipo de mente fluctuante, constante, sin ambición, bla, realmente sin más
ambición que ella misma desplegando un vapor, vaporcillo, lo que hacen todos quienes se contactan.
Pero es más que recuerdos reapareciendo, mas aún no sé expresarlo.
Lo escribo para retener la vivencia, pero no pasa de ahí y la escritura debe o quiere sobrepasar eso...
La casa de Sonia y Roberto, la estructura, los marcos de las ventanas, bueno, la reja baja y ese tipo de pasto que parece nunca crecer...
Ese color se fue, se perdió.
Roberto lleva muerto uno o dos años y por supuesto el resto hemos seguido igual, nadie se detiene por la muerte de los seres
que pueblan los caminos y los descansos, quienes ocuparon partes móvibles de nuestros veranos.
Si alguien quisiera detenerse, no lo dejarían, inteligencia y envidia... no se lo permitirían, no lo soportarían...
Al conocer esa casa yo seguí igual, pero no seguí igual.
Robotech, estupefacción frente a los que risueños se zampaban vasotes de leche fría, Pink Floyd.
Año 1985, el estadio Nacional en la televisión ese 11 de septiembre, dando fútbol, el color del pasto, y la sensación de que era un fútbol hablado, pero manipulado, contenido, apagado, tenue, incompleto.
Que quienes se conecten a esto pernocten bien y vean a sus Robertos y a sus Sonias.
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