jueves, 16 de noviembre de 2017
Confusa vida, confuso arte, al menos los televisores están prendidos sin sonido, no nos venderán productos a la fuerza.
Esos días, esas rachas, cuando consultar el horóscopo se hace desde la seriedad momentánea, cuando nadie quiere adelantarse a hablar en tu nombre y no les dejarías.
No existía todo este tipo de comunicaciones y los tipos se internaban en los bosques y en los desiertos,
con guerra y sin ella, al final también aceptamos con ilusión la referencia de Grecia.
Se espesaban las palabras al no ser comunicadas, rocas que rehúsan el más mínimo lamento.
Un efecto de adoquín en la cabeza, como quien desde la puerta ve de golpe el orden de los objetos ajenos.
Es siempre curioso el rol social que uno va ocupando, en todos los lugares.
Está el charlador vivaz, el pulcro, el sensible,
pero está quien se viste de café y no se queda mucho rato, aquel que con
tremendo convencimiento tras la pasada por el Teletrak va a tomar once con su familia, no grita
por su apuesta, anota en su hoja resultados distintos.
Supongo que se va a su casa, sus gestos indican eso, o uno se equivoca de nuevo.
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