viernes, 19 de agosto de 2022

Amor, Marcela.


Se hacen poco los labios

poco tanto romanticismo cortado rápido por la ironía

la naturaleza a la que vuelve siempre tu cabeza amada.

Las gestas históricas de los verdaderos, diría

están pegadas a nosotros tal ropa transpirada

pero hay demasiada gente pidiendo dinero un viernes por la tarde

y ambas son exigencias personales, nuestras, sobre todo tuyas.

Diría y diré algo sobre la cerveza que beberemos

con algunos minutos del frenesí inútil y terrible y hermoso del Tiempo

los cuerpos parecen nubecitas donde nos anclamos uno en el otro

y quizás el amor es aceptar el límite de ello.

El llanto que se produce no es mejor que el silencio

y la superficialidad de los gritos quizás nos ayudaría a seguir.

Todo esa fantasmagoría de lo perdido resulta cierta

nos echamos nos acurrucamos si tus piernas nos salvan

admitimos los calendarios, me río para ti, tu vanidad salva las plantas de la ciudad

los hijos nos dejan una eternidad rellenada de morisquetas y emociones

unos minutos a solas, semanas y si queremos meses y más

lo saben y no lo interrumpen.

Tu cabellera se compara con la mía

estamos mezclados en la soledad atenuada

hablamos como hablan otros

comemos platos repetidos, enojos para ser importantes

para tener varias vidas revoloteando un jueves o cualquier otro día

por vivir la insatisfacción total con uno, pero sobre todo con los otros

porque es así y es nuestro, sobre todo tuyo, 

amor, Marcela.





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