lunes, 22 de diciembre de 2008

Henri Gouhier







Periodista Jean-Maurice de Montremy: Piensa usted que el problema de las relaciones entre la filosofía y el pensamiento cristiano hubiera suscitado hoy personalidades comparables a aquellas de Bergson y Gilson?
Su aventura prosigue en el pensamiento contemporáneo?

-Henri Gouhier: Inicialmente debo decirle a ud. lo que es para mí una especie de principio:
yo no creo que haya una historia de lo contemporáneo.
Yo soy historiador de la filosofía: yo no creo que pueda haber una historia de la filosofía contemporánea, de lo contemporáneo no sabemos eso que va a permanecer, es decir, eso que se convertirá en algo histórico.
En este mismo momento donde nosotros estamos ahora, hay quizás alguien que está escribiendo el libro del que se dirá: ‘es la obra fundamental de la filosofía en los últimos años del siglo XX’.
En ‘el año de gracia de 1654’, en la noche del 23 de noviembre, desde alrededor las diez y media de la noche hasta, más o menos, las doce y media,
quién hubiera sospechado eso que pasaba en la pieza del señor Blas Pascal?
Y sin embargo...
En las historias de la filosofía que pretenden comprender la época contemporánea, el número de filósofos vivos deviene de más en más importante a medida que se avanza. Sin duda el autor piensa en los amigos y colegas que buscan su nombre en el Index, pero lo que hay es sobre todo esto otro: la elección efectiva [ de La Vida ] no ha sido aún hecha.
Nosotros no sabemos quién sobrevivirá.
Yo declaro no ser historiador del pensamiento contemporáneo porque simplemente él no tiene, o si se quiere, no es aún una historia.

Periodista de Montremy: Pero usted tendrá de todas maneras una pequeña idea en lo íntimo, sin ser historiador, de lo contemporáneo?

-Henri Gouhier: Yo me excuso de darme aires de importancia y de hacer una comparación con Bergson; no se trata de una comparación sino de una lección. Bergson aquí, en este caso, es mi maestro. Yo digo como él: eso que yo pienso en tanto simple mortal no tiene ningún interés general. Yo no tengo para qué narrar o tratar de explicar eso.
Bergson no quería abordar cuestiones sobre las cuales él no podía filosóficamente hablar.
De la misma manera, yo le diría: yo no quiero hablar sobre cuestiones de las que yo no puedo hablar históricamente.
Cuando yo voy a votar, yo tengo una opinión, pero la naturaleza de la opinión es de quedarse en la esfera de lo personal. Es por eso que está permitido cambiar de opinión.

Periodista de Montremy: Sí, pero la religión, la íntima convicción, el cristianismo, son aspectos distintos a una opinión política...

-Henri Gouhier: Y bueno, entonces yo creo justamente que las reflexiones íntimas, es normal guardarlas para uno mismo.
Entendámonos: no es cuestión de prescribir la filosofía sino de evitar algo muy subjetivo y que puede fácilmente cambiar. Se trata de imitar a Gilson en dos actitudes: aquella del historiador y aquella del filósofo.
Vamos derecho a la verdadera pregunta: Por qué estoy yo aquí?
Usted ha tenido la gentileza de invitarme a hablar porque yo he escrito un cierto número de libros de historia de la filosofía, naturalmente con el motivo de hablar sobre lo que he hecho.
Si yo hubiese atraído vuestra atención por haber escrito libros de filosofía pura, usted me hubiera invitado a hablar de mi filosofía.
Volvamos a mi pregunta: Qué es lo que yo hago aquí? Yo respondo: mi profesión.
El resto aquí no cuenta.

Periodista de Montremy: El cristianismo cuenta de todas maneras en nuestra vida.

-Henri Gouhier: Aquello cuenta en mi vida ciertamente, pero eso que cuenta actualmente, es la situación que justifica el hecho que yo esté aquí, en este momento, frente a un micrófono invitado a entrevistarme con ud. sobre cuestiones escogidas en un dominio donde se me quiere, gentilmente, atribuir una cierta competencia.

Periodista de Montremy: Esto le pone en las antípodas de gente como Sartre o Foucault. En tanto grandes intelectuales ellos no se prohiben el hecho de expresarse sobre sus íntimas convicciones.

-Henri Gouhier: Sí, Sartre o Foucault tienen una filosofía a explicar, una filosofía nueva a ser comunicada. Yo, yo no tengo filosofía nueva a comunicar; si yo dijera alguna cosa, yo repetiría de un Descartes o yo repetiría de un Maire de Biran, o repetiría de Bergson... o de...
Yo creo simplemente que yo puedo intentar hacer entender a algunos grandísimos espíritus e intentar de hacerles conocer tal que ellos eran; y si yo tengo el tiempo, yo continuaré a hacer eso que yo siempre he hecho...
Me han dicho que esto que vengo de decirle es una visión bien pesimista de la historia de la filosofía, se me dice: ‘esos grandes espíritus que usted disfruta de hacernos conocer, usted los nombra al imperfecto... Usted se pasea en la historia de la filosofía como en un museo...’
Yo me apuro gustoso a aceptar esa comparación: yo nunca siento un sentimiento de vida más intenso que en un museo.

Traducción libre de parte del penúltimo capítulo del grandísimo libro ‘Henri Gouhier se souvient...’, París, 1998.

Braulio Musso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Defender totalmente una realidad que ni siquiera se conoce; tratar de explicar y especular sucesos no vistos pero si muy bien conocidos; ahondar en espacios y tiempos impalpables, físicamente; estar aquí no estando allá; escuchar la historia de un hombre que encapsuló el instante; el arte asirio en batalla instantánea contra el león; la vida aquí no existe, sólo cambia la cáscara de la semilla.

Sin mayores pretenciones,
Don.

braulio musso dijo...

Don de Hablar:

establecer una opinión sobre la diferencia entre la Academia y El Parrón no significa 'Defender Totalmente'.
Significa justamente darle Vida a ambos Recintos.
Signiffica no hacerse trampas.

Desde el Terminal 2A,
Contraportada Muñoz.