lunes, 15 de junio de 2009

Algunos hablan de revoluciones






Irán los brazos a perderse a otros países, no serán abrazos, quizás.
La hambruna es mundial, es personal, y algunos hablan de revoluciones en el cóctel de un hotel aparentemente conservador.
Gimoteos, ‘lágrimas de cocodrilo’, propaganda salival.
Se permiten denostar el discurso de la presidenta, lo cual me obliga por momentos a no denostarlos a ellos.
Los miro fijo y digo algo.
Todo eso también es un espectáculo y no debería afectarnos ni un ápice (extraña palabra).
Qué debería afectarnos entonces?
No lo sé y nunca lo supe. Ellos dicen saberlo.
El único agrado es ver a la presidenta y quizás a Jorge Pizarro, al ministro apellidado Velasco.
Tienen actitudes decorosas, me inspiran confianza, no están alegres, no nos exigen que nuestras vidas personales sean mejores que la vida política donde ellos se mueven y empantanan.
Los Gimoteadores del cóctel le exigen a la vida política de un lejano país que no sea mediocre como son sus vidas íntimas, como su actitud espiritual representada en un descaro infantil, mientras se tragan los trocitos de jamón.
El decorado siempre es dudoso.
Los micrófonos son un invento de quién?
Finalmente estamos con la misma ropa y con distintas ideas.
Escucho canciones del nuevo de Dylan. Está justificada la ignominia, sigan, existe ese disco al menos y fue hecho en este año, ahora, en esta época donde vivimos.
Una canción se llama ‘La Vida es Dura’, en inglés, ja.
Pensaría en el vagabundo asiático que duerme cerca de la estatua de Montaigne, pensaría en su alimentación orgánica, por momentos.
Cada vez hay más sin-casa asiáticos.
No piden dinero, coleccionan diarios.
El sistema de transporte nos hace olvidarles.

Braulio Musso

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