Murciélagos no dejan finalizar la cena
Los animales que nos faltaban por conocer en este safari europeo: murciélagos (sí, murciélagos) no dejan finalizar la cena, volando bajo a la altura de la mesa, de las cabezas.
San Eulogio, quién permite todo esto? Tú no, no es cierto?
Me inquietan sus idas y venidas, el día ya es noche; los otros comensales largo rato me comunican que son inventos míos, que no hay tales mamíferos, que en todo caso ‘en Francia no transmiten ninguna enfermedad’...
Todo se detiene cuando alguien ( con un poco más de edad que yo), tras la ida y venida número trescientos ochenta y nueve, encuéntrame algo de razón y se desploma en cierta inquietud.
Luego, bibliografías sobre sus cualidades... ; serían benéficos... al menos en este país o en esta zona de este país.
Muchas veces en la conversación se aclara: ‘Estamos hablando de Francia, de acuerdo’.
Se continúa: Protegen los sembradíos, ordeñan las vacas, no atacan a los seres humanos, te encaminan a los coloquios y te muestran tu asiento en el teatro, pero no en el tren, ordenan tu cama y te preparan un café ( ‘En Chile no hay cultura de café no? Puro Nescafé... Ah, depende qué casa, claro...’).
Estas bestias no se van.
Gana mi moción de protegernos dentro de la casa.
Con azúcar por favor, una cucharada, cucharadita.
Sí, en Chile se consume bastante azúcar...
Escucho repetidamente y con algo de cloroformosis: ‘Ustedes son gente de azúcar’, ‘Ustedes son gente de pan’, claro.
Históricamente, no sólo desde el golpe de 1973.
Buenas noches los labradores.
Braulio Musso
lunes, 19 de octubre de 2009
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2 comentarios:
El otro día veía un programa gringo..(que verguenza admitir esto. Fue sólo un vistazo, que conste) donde una familia se veía invadida por otra de murciélagos. La cosa es que la gente de allá, tiene un número al que llamar en caso de ataques de bestias exóticas. Llegan a la casa los cazadores con sus uniformes planchados y hacen su trabajo.
(Cuando el dinero sobra, uno se puede topar con los servicios más raros!)
¿Has probado poner ajos sobre la mesa y las ventanas? ¿Quizás un crucifijo?
Ventajas:¿Ordeñan vacas? jaja
Ah!sí. Soy yo.
La engañadora y silenciosa comensal.
Silencia:
en vistazos enrojecemos.
Debo admitir que lo narrado ocurrió en una casa donde pasábamos como invitados de campo y verano.
Trataré de comentarle a la dueña de casa aquello del ajo y lo de Jesús Cristo.
Gracias por vuestra inconmensurable comunicación.
Atentamente,
Juan Stoker, El Confiable.
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