domingo, 4 de octubre de 2009

Peñalolén





Reaparece Peñalolén, es decir, las canchas que deshicieron en estacionamientos.
Es increible que aún pueda recuperar los pequeños canales, los zanjones cruzando las poblaciones de carabineros.
Y luego, potreros.
Volantines perdidos que no supimos encumbrar.
Se podía subir por rutas que a mí me parecían secretas, dejando en claro que todo eso desaparecía los lunes.
Era el polvo real en el borde de las zapatillas, era el agua en el gorro prestado, el despegue de las sensaciones, la cal de la línea del arco, el fervor de tocar las mallas en el entretiempo de los adultos.
Sin embargo, para qué enumerar si las cosas no pasaban así?
Habían cien murallas, sí, pero mil potreros protegidos por el mito de las enfermedades que transmitían los alambres de púa.
Muchas murallas, pero casi todas con hoyos por donde mirar al otro lado.
Colindaban la maleza y los castaños, vagábamos, como tantos.
Corrían los que queríamos frecuentar, un poco aparte de la atroz época.
Los estoperoles de los zapatos de fútbol marcados en el barro seco.
Había que descansar, para qué?
El interior de las casas se achica con el calor.
Había que tomar once a las cinco de la tarde con treinta grados.
Peñalolén.

Braulio Musso

4 comentarios:

Sultán dijo...

Eterno retorno... cosas que hice y hoy veo en unas manitos pequeñas que desgranan 2 bolsas de arvejas: 'no, yo puedo'.
Los mitos, los cuidados, todo muy cierto.
No tengo nada más que agregar, no es necesario, es casi un recuerdo universal.

Atte.,
El Sultán que Vota.

braulio musso dijo...

Dos bolsas de arvejas.

Anónimo dijo...

a las cinco de la tarde las canciones en guitarra bien simplecitas empiezan a mover al viento pa que despierte a las hojas. más tarde parece que empiezan a acosquillarse y se mueven hasta las ramas, el sol horizontal les hace cosquillas.
hola jorge
es la pao.

un beso y que estés bien bien bien

braulio musso dijo...

Oh Gran Presencia:

aquellas hojas nos 'acosquillan' tan frescas la mollera.
Tanta dureza es vil,
tanto amor, tanta sensibilidad comprende y acoge esas formas inflexibles de mi cráneo monotemático.

Atentamente,
vuestro seguidor.