Vladivostok
Se puede empezar con vodka, pero no se debe terminar con vodka, se dice amablemente a sí mismo Don Botella.
En la fila del servicio técnico nadie piensa en Vladivostok.
Casi todos murmuran sobre las estúpidas piezas que faltan y faltan las voces para elogiar algún aspecto del aparato sostenido.
Don Botella no llega a cambiar de pensamientos, piensa en Damaris y no alcanza a pensar:
'se dio vuelta la civilización pues hoy quien puede narrar una tragedia prefiere enredarse en los duros tartamudeos de una imposible comedia'.
Parecieran ladrar perros (como en Sudaquia oh!), pero todo es barrido por sirenas militarizadas de bomberos lanza adoquines.
Pronto habrán asociaciones llamadas 'Que ladren los perros'.
Ese es un resumen del panorama social actual.
Don Botella le dice al tipo que está ubicado antes que él en la 'cola':
'Si hablas de impuestos y de 'stress', estás liquidado',
'pero yo no he hablado de eso, ha sido mi nieto y sus hijas',
'El asunto es contigo',
'Sí, lo sé, pero yo no hablo de impuestos hace cincuenta años o hace un par de meses.
De 'stress' es la primera vez que pronuncio la palabra',
'Perfecto, ahora podemos hablar de política',
'Gracias, ya era hora',
'Nunca me des las gracias'.
Braulio Musso
lunes, 22 de febrero de 2010
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