lunes, 25 de octubre de 2010

Verdor rabioso del cerro




Verdor rabioso del Cerro, deposita tu mensaje en la mujer embarazada que lava a mano debido 'a las cosas de la vida', vamos.
Eres lo mismo la verdad, no debes depositar nada, eres el derrame prodigioso de la vida en estos sitios divinos.
Son los charlatanes quejumbrosos los que deberían ensanchar las calles, hacer algo real por el resto, pantomimas al menos.
Ni un avance en todo un día, ni una línea más, ni una visita a los que nos estiman, bien nosotros, sigamos así, vamos a cosechar premios.
Cerro, montículo emocional, Cerro, oh, ah, eh: mirarte ahora es una jugada desesperada, un movimiento fuera de toda forma.
Esta lentitud es una lentitud ruin que se quiere siempre virtud, que no deja de ambicionar al autocriticarse, que no deja de pedir y pedir, de aparentar.
Esta lentitud es una táctica, apenas detectada, de la parte recalcitrante de nuestras aspiraciones, que alguien nos enjuicie, algo largo y humillante.
Somos como aquel que alguna vez creyó que el avión caería y entonces prometió como los niños, muchas cosas. Que todo cambiaría, etc.
Hoy el Cerro es un padre de hijos independientes y cínicos.
Ningún cinismo infantil lo secará.

lunes, 18 de octubre de 2010

El Cerro de nuevo




Esta mañana por fin quiero inventar un secreto sobre el Cerro.
Leo en un libro que el universo entero quiere esperar la índole de nuestra interioridad.
Aquel secreto debiera poder ser olvidado.
Es importante y estremecedor como descubrir en la pieza a tu mujer llorando emocionada al leer un libro.
En el centro del cerro, en el interior del cerro, tu mujer llora más al verte llorar porque ella lloraba por un libro.
No hay cómo llegar al centro del cerro.
No critiquemos a los árboles de su superficie. Quizás ellos están esperando germinar, pero ellos son la verificación del sobrevalorado otoño.
No sé si Bruce Springteen habló sobre cerros, secretos de los cerros.
Hay una capa de polvo que va creciendo sobre el cerro, no son sólo nuestras visiones equivocadas.
Pienso repentinamente que el valle que toca la falda del cerro, participa, tiene que participar también de una especie de secreto.
Es por eso que esta bella mujer llora de comprensión y belleza en una pieza de un edificio de la ciudad del valle del país.
Pero hay otros secretos, otros fervores.
Hay una mujer, la misma u otra, que sale de un bar, que es besada fuera de un bar.
La imagen importante es esta vez la salida del bar, el bar no tiene protección, por así decirlo.
Quizás por eso en la noche todo se juega al salir de él, no sé.
La mujer que llora protegida, la mujer que es besada, las dos son bellas y plenas y reciben verdades y brillan en sus defectos.
En ambos secretos el valle tiembla y respira, tiene que ser así.
La ciudad no podría inmiscuirse, no sabría.
Toda esa dificultad es verdad y tiene un estilo.
Todos están vivos. No hay desgracia posible.
'Esta delicadeza no tendrá castigo', dirán las Antiguas Leyendas.
Dirán Las Bellas Escrituras 'Sigan, Sigan, amados, únicos junto a Todos'.

lunes, 11 de octubre de 2010

El Cerro

De noche el cerro es la visión oscura y constante, es la prolongación de una suerte de amistad que conocemos y que no conocemos, que esperamos y que hemos tenido siempre.
No se exagera si decimos que es en su nitidez cotidiana donde situamos parte de nuestras actuales vivencias.
Aunque rebotemos en las constataciones del momento ('El populismo es mundial', 'El silencio quiere tener zapatos de gamuza morados' y 'Hoy aquí hay reservas mundiales de insolencia populista' ), los árboles de sus contornos nos encaminan, nos ayudan.
Pensamientos atroces pueden turnarse con una sólida complacencia.
Hoy en el Consultorio una pareja hacía un puzzle. Fue gracioso querer ayudarles.
Sólida puede ser la pareja que hace un puzzle.
Fría mañana, buen almuerzo, soleada tarde.
El viento recrea las plantas que deben sobrevivir.
A esta hora, el aseador del Consultorio estará con su familia?
El olor de la mostaza, por qué nos alegra a veces?
Stayin' Power, hay que vivir así Neil, tienes razón.

Ultimo minuto, gran frase pronunciada a mis costados:
'Un día uno puede morir por no poder abrir una botella'.