domingo, 21 de enero de 2018
Cuesta imaginar vidas saturadas de política o flores. Aunque no nos carcajeamos cuando
el profesor dijo que había que volver a los griegos.
Lo tomamos como una frase cualquiera.
Mentalmente, no tener metas te lleva a no tener que deducir conclusiones.
Nos quedamos en el inicio de los discursos y sólo vía la emoción seguimos el hilo de alguien.
Finalmente se cumplió también de nuevo eso de no tener filosofía a ser comunicada.
Pero sí notamos que hoy vendían casas rodantes al final del Persa.
Sonreímos, escuchamos inmóviles los valores, la procedencia de las bellas máquinas, un país lejano donde tenemos familia y así,
otras ideas magras, dispersión.
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