jueves, 30 de mayo de 2019

La gracia es ser un grito sin gritar. Si se buscara eso, un caracol babeando ironía: un día de invierno donde nuestro padre nos rescató a la salida del colegio y las ganas de volver a sentir algo cercano a esa calidez total, algo que pasa a ser tuyo. Los que se construyen arrumbando papeles, ¡cuánto hastío hay en eso, y prevalecen! ¡Qué adulta soledad del que tiene mujer e hijos, qué afán el de ver hasta el final cómo se desenvuelven las cosas! La novedad de ser un convencido grito perdido al paso del tren de carga. El honor de ser uno mismo contra uno mismo. Y los caprichos de unos y de otros aceitando las ropas, anécdotas del cansancio. En la vida propia y en la vida de todos los que han existido, barajar sin rabia, sin experiencias cargadas. Algunos no soportan que los afanes se desvanezcan, pero sigue traspasándose el aire que respiran unos y otros.

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