Amor, Marcela.
Se hacen poco los labios
poco tanto romanticismo cortado rápido por la ironía
la naturaleza a la que vuelve siempre tu cabeza amada.
Las gestas históricas de los verdaderos, diría
están pegadas a nosotros tal ropa transpirada
pero hay demasiada gente pidiendo dinero un viernes por la tarde
y ambas son exigencias personales, nuestras, sobre todo tuyas.
Diría y diré algo sobre la cerveza que beberemos
con algunos minutos del frenesí inútil y terrible y hermoso del Tiempo
los cuerpos parecen nubecitas donde nos anclamos uno en el otro
y quizás el amor es aceptar el límite de ello.
El llanto que se produce no es mejor que el silencio
y la superficialidad de los gritos quizás nos ayudaría a seguir.
Todo esa fantasmagoría de lo perdido resulta cierta
nos echamos nos acurrucamos si tus piernas nos salvan
admitimos los calendarios, me río para ti, tu vanidad salva las plantas de la ciudad
los hijos nos dejan una eternidad rellenada de morisquetas y emociones
unos minutos a solas, semanas y si queremos meses y más
lo saben y no lo interrumpen.
Tu cabellera se compara con la mía
estamos mezclados en la soledad atenuada
hablamos como hablan otros
comemos platos repetidos, enojos para ser importantes
para tener varias vidas revoloteando un jueves o cualquier otro día
por vivir la insatisfacción total con uno, pero sobre todo con los otros
porque es así y es nuestro, sobre todo tuyo,
amor, Marcela.