Supongo que el factor físico es el fundamento de los reveses que comenzaron desde nuestro segundo partido oficial.
Lo extraño es que ese partido lo tengo confundido en mi memoria con muchas otras derrotas, no recuerdo detalles de él, lo que recuerdo es que perdimos por tres o cuatro goles claramente.
El dato biológico ineludible era que jugábamos contra ex-alumnos, en un campeonato de ex-alumnos, siendo aún tiernos alumnos.
Las bases lo permitían, Don José y Care’Poeta mediante, la integración de la comunidad u otras importantes abstracciones actuando.
Ahí comienzan buena parte de mis dudas: formamos el equipo por ese campeonato o el equipo ya estaba formado?
La camiseta fue blanca o azul o algo cercano a la gloriosa negra de la segunda temporada?
El nombre Catafau fue un producto salival entre Genovés Boggiano y
Moscovita Cea?
El hecho tangible es que a nivel del curso jugábamos contra el equipo de ‘los buenos para la pelota’ en el marco del ramo de Ed. Física, casi siempre resultando vencedores.
Cuando se hacían las selecciones del curso para jugar contra otros dentro y fuera del colegio, rara vez nos tomaban en cuenta.
A lo más, me llamaban a mí, por nivel o por haber estado en la Escuela de Fútbol del colegio.
Yo pienso que esa era un poco nuestra identidad: sin ser ‘buenos’ para la pelota, funcionábamos, no éramos estrellas y nos importaba el partido y su resultado.
Eramos ‘jugo de pelota’.
A mi siempre me han irritado esos equipos de jugadores individualistas y falsamente virtuosos, esos tipos que no saben entregar la pelota y que parecen jugar solos, para bien y para mal.
Son los nihilistas del fútbol y nunca han leido a Federico El De Madre Polaca.
Yo, prefiero los equipos sacrificados, donde todo cuesta y donde es mejor perder buscando un gol en que todos la tocan (hacia adelante y rápido) que donde hay un tipo o dos que no entregan la pelota y se empecinan en un egoísmo muchas veces frustrante para el resto.
Por eso y hablando en general, prefiero mil veces el estilo no tan virtuoso, esforzado, de los argentinos que la facilidad arrogante y lúdica de los brasileños.
Nosotros no éramos ni del río plateado ni de la amazonía, los partidos se jugaban en San Miguel.
Eramos más pequeños, menos fuertes y más ingenuos que la mayoría de nuestros rivales.
Nos costaba hacer el primer gol y al ir a tratar de igualar o descontar nos pillaban de contra, todo un clásico.
Lo que me gustaba era una cierta tranquilidad que teníamos frente a los que nos sobrepasaban.
Nos hablábamos poco, pero bien en el transcurso del partido.
Rara vez experimentábamos con cambios experimentales de posiciones, era lo que había y no teníamos ni un cambio.
Luego, en el segundo campeonato ( o hacia el final del primero?), existía la variante de Roa.
Teníamos un estilo y no era el de la histeria.
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Braulio Musso.
Braulio Musso.