Lo Salvaje del Recuerdo
Recuerdo –casi siempre en primavera- lo salvaje del recuerdo,
del recordar los incidentes que son casualidades intestinales.
No me da pena realmente, pero sí ganas de llorar y de haberle
gritado a alguien en esos momentos.
Con precisión, puedo recordar a Jorgob –lánguido ser,
cuya postura era la de siempre un derrotado que derrotaba a otros,
sin siquiera competir, y creo que no compartiría ésto-.
Lo recuerdo hablando de Los Pixies, y diciéndome que Sonic Youth era, simplemente, demasiado.
Todo esto mientras esperábamos una de esas casualidades extendidas.
Me he dado cuenta últimamente, si se me permite volver a ser egocéntrico,
que el Metro es un lugar irrevocable y que me significa la posición
sedimentaria-nómade del hombre chileno común, ese que viaja en el metro y dice algún chiste sin presiones burocráticas del propio hablar humano fingido.
¿Por qué hablo de esto en este momento?
Pues, sólo lo recordé y sigo sus vestigios muertos en la vida perpetua.
La cosa es recordar un banquito verde, unas zapatillas de días “vacacionales” y la gloria insancionada de no limitarnos, como comunicantes independientes en convivencia, a las aulas de la comunión obligada.
Que en la ciudad aglutinadora nos sintamos convivientes o, quizás, que uno de nosotros lo haga, es lo que me emocionó en ese momento.
Finalmente, para aclarar:
la única relación que tienen ambos relatos es que los dos son parte del mismo, pues puedo recordar los pasos que hice en esa invención transportista.
Gentilmente escrito por Camilo Miranda,
Santiago de Chile, nacido en 1989.
lunes, 15 de diciembre de 2008
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4 comentarios:
¿¿aquel mismo Camilo Miranda con el que compartí 12 años???
Por un segundo no atiné a identificar aquel nombre, es ese olvido obligado que nos provocan los distintos caminos escogidos.
Nunca me gustó mucho Sonic Youth, sólo un cover que hicieron de la canción Superstar de los Carpenters y que conocí a través de una película.
Le cuento que hoy respiro señor Musso, con agrado y satisfacción, ese aire vacacional que tanto extrañaba. Claro que ese aire tiene esa facultad de hacerme más solitaria, es que yo creo que no es sano interactuar con aquellos que no hay cercanía... pero en fin...
Aprenderé a hacer Pan de Pascua y volveré a hacer las clásicas galletas navideñas. Esta vez no prometo nada.
Me despido cariñosisimamente
la no muy querida fruta confitada.
Fruta Musical:
a veces me da por comprar discos por su carátula.
No me hable de cercanía, hábleme de cosas que pasan y suspendidas siguen siendo Posibilidades.
Lo descrito por Camilo por ejemplo, es Real
o es una Ficción que Permite.
Sigo tomando notas de vuestra Alma,
sigo viendo fotos de Dublín.
Se despide,
Crucigrama Ortiz.
Me impresiona la fuerza de éste personaje, su sinceridad y el misterio que guardó durante todos los años que le conocí, que realmente no conocía nada.
Tengo visiones contrapuestas: de un hombre silencioso que le volaban las moscas en la sala de clases, como a Júpiter sus lunas.
¡Estás vivo! Y de que forma...
Apoderandome de vuestro espacio sólo tengo el deber -impulsivo- de agregar que me agradó mucho poder leerlo, porque la distancia y el tiempo permiten ser derrotados alguna vez.
Debo agregar, que compartimos la misma lína o Gran Avenida y derrepente sueño con encontrarme con ud. en ese viaje que nombras. ¿Cómo no entender tu verdad sobre ruedas? Es que cada mañana siento el olor de los frenos de madera y la luz cambiante entre Ciudad del Niño y Rondizzoni; de los tubos al Sol.
Con mi espíritu -aún terco y- rockero le recomiendo que deje de llorar y que retome nuestra 'amistad'.
Ya, suficiente.
Queridos Compradores de boletos:
conforme a la edad, escuchamos a Neil Young preguntar:
'Qué puedo decir, qué puedo hacer?'.
Nuestra papilla va siendo cada vez más sólida y pronto
privatizarán Correos.
Lindo no?
Atentamente,
Quien sabe quién fue Cruche en los años 40.
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