lunes, 19 de enero de 2009

En el Teatro de M y J





M: _ ¡Pero qué lluvia que hay en el baño, che! ¿Mi niño, mi amor?, ¿En qué estás?.
J: _ ¿Mi niño, mi amor?, ¿Ahora me decís así? Mmm…Estoy en no sé, supongo que matando el tiempo. Mamá, me he sentido mejor, me he sentido mucho mejor.
M: _ ¿Ah sí? ¿Te han tratado bien?, ¿Te han tratado con cariño?...Ah, se me olvidaba, acordáte que no soy tu madre.
J: _ Sí, supongo que me han tratado con cariño, supongo que no, la verdad es que me tratan como a todos los internos, me tratan igual que a vos, supongo que en realidad, ¿qué carajo importa?
M: _ Supongo que sí.
J: _ A veces me drogan bastante, esos son mis mejores días.
M: _ Supongo que no.
J: _ ¿Lo ves? Quizás no seas mi madre, pero de que te pareces, te pareces, hablás de una forma parecida, y me desconocés de la misma forma en que ella lo hace.
M: _ Por lo que me contás tu madre está re loca. ¿Qué es lo que tenés en los labios?
J: _ Nada, sólo quería molestar a mi madre, le saqué lápiz labial a la enfermera y me puse un poco.
M: _ Si la querías impresionar, creo que lo has logrado, lo que es yo, a mí siempre me han atraído los hombres que se pintan los labios. Lo que no sé es por qué nunca he tenido suerte con ellos.
J: _ Hay cosas que son difíciles de explicar. Mi padre también se pintaba los labios. El era un gran hombre.
M: _ ¿Ah sí? Tu padre debe haber sido un hombre muy atractivo…
J: _ Sí… Al parecer el sacerdote de su escuela opinaba lo mismo.
M: _ ¡¿No me digás?! Y el sacerdote de la escuela de tu padre también se pintaba los labios?
J: _ La verdad es que no sé, tampoco me interesa, no lo conocí en persona. Pero mejor hablemos de vos.
M: _ ¿De mí? No, no te voy hablar de mi vida privada.
J: _ Está bien, no importa, no es necesario, me da la sensación de que te conozco desde siempre.
M: _ ¿Qué me hablabas de tu padre?, ¿Que era un hombre valeroso?; ¿Llenos de agallas?, ¿Lleno de lápiz labial?
J: _ ¡Pará de hacer como mi madre!, ¡Siempre hipnotizada por ese cabrón!, en todo caso agallas no sé si era lo que más tenía.
M: _ ¿¡Y qué querés!? El lápiz labial en los hombres y el Ché Guevara son las dos cosas que me despiertan mi fuego interior…
J: _ ¿¡Pero acaso soy invisible a tus ojos!?, ¿Que no ves que soy yo el que lleva los labios pintados?
M: _ Sí, ya lo sé. Tu cara me recuerda a un tal Edipo, un tipo re degenerado.
J: _ ¿Para qué te hacés la difícil? Con Edipo o sin Edipo, ¡morís de amor por este chico!
M: _ ¡Pará con tus gansadas que no soy ninguna tarada!
J: _ ¡Y vos pará con tus boludeces que yo no como nueces!.... ¿Qué digo?........ ¿Señor, por qué me has abandonado?
M: _ Pará de sufrir por nada, que las jirafas ya no hablan.
J: _ ¡¿Y a vos qué te pasa?! Ya no hacés una frase coherente morena!
M: _ ¿Morena le decías a tu madre o me decías a mí? Porque yo ya no entiendo nada!, estás re loco, buscas a tu madre en cada mujer que se te cruza por delante.
J: _ No sé si es que la busco o más bien se me aparece, y realmente no sé si me importa.
M: _ ¿Que se te aparece tu madre? ¿Es un fantasma? No hablés de esas cosas, ya sabés, me ponen mal.
J: _ Ah…mi loquita, te quiero a vos, a vos te gustan los labios pintados. ¿Por qué no nos dejamos de joder?
M: _ Tenés razón. Mejor vayamos a joder.


FIN

Tiago

1 comentario:

braulio musso dijo...

Oh PuntaTralquino rescapado:

matando el tiempo se ordenan en fila llamada india, los mejores días.
Georges Duhamel se confensaba a medianoche, Erich Salomon también.

Atentamente,
Carretón Riquelme.