lunes, 23 de febrero de 2009

Paul Auster










Miro -largamente para mis cortos usos- en una revista que se quiere progresista, una foto reciente de Paul Auster, un retrato.
La verdad es que estoy de nuevo en este lugar, pensando en una carátula de un disco setentero de Herbie Hancok, reconstruyéndola en la mente, la ‘materia gris’, como decía despreciativo y tierno mi padre.
No sé bien la hora.
1 Siempre hay alguien a mi lado.
2 Siempre (no existen los siempre, lo que existen son los “casi siempre’... ya, gracias...) hay alguien a mi lado, haciendo cosas mientras yo permanezco inmóvil en mi respiración, alguien actuando, cambiando las cosas, para bien y para mal, produciendo.
La producción es algo a la moda, nadie se escandaliza con eso, comprendido.
3 Esta vez alguien a mi lado enarbola un mapa con los sistemas de transporte de la ciudad.
Mi abrigo duerme la siesta sobre la mesa, aparentemente inerte.
Hace tiempo que no tomo el bus, el metro.
Hace tiempo que no dejo de escuchar a Neil Young, día y noche.
Acá las miradas van hacia la ropa, hacia las espaldas, está bien, es tiempo de liquidaciones, de saldos... perfecto.
Toda la cultura del mundo reunida en una pieza no parece tan preciosa,
pero todos los discos amados en ‘nuestra’ pared tienen colores de quienes nos adjudican un alma.
Los hemos elegido pues son Fervor.
Acá también conozco gente que viaja por todo el mundo y que termina diciéndote las mismas linduras que aquellos que sólo conocieron el trayecto Matadero-Palma, oh.
Las mismas linduras, pero en otro idioma y con bibliografía, con voz mitigada, sin sonreír abiertamente.
Acá veo pasar gente, acá hablo a veces con gente que ha leído mucho, que ha conocido mucho, gente que ha pensado más de dos minutos en Los Misterios, gente que subraya casi enteros los libros, que no es feliz queriendo serlo, que no soporta estar sola, que se miente, pues la mentira puede ser cómoda y atractiva.
Los engaños, las mentiras, parecen proporcionar mucho placer, mucha fruición, mucha intensidad.
Quizás son buenos... los engaños, quizás el problema no son ellos.
Pero qué hacer con todas las páginas que fueron leídas afirmando y con todas las palabras que no eran sólo tácticas, que no eran sólo dilaciones de Uno (a) Mismo (a)?
Es un problema, si se quiere, de librería, de cultura.
Qué hacer con todo eso durante la prosecución del Engaño Inmaterial?
Los bellos libros tiritan, los autores herejes se palmotean la cara y devuelven intacta la poca cerveza que les resta, los grafómanos santos lloran, los estantes quieren retornar bajando las escaleras donde aquellos que humildemente les construyeron con sus reales manos para subsistir, pero ciertamente no podrán bajar sin nuestra ayuda.
Son kilos y kilos de señales emitidas...
Las portadas de los Mamotretos quieren reposar en la verdadera calle con las fecas aún calientes de las mascotas, quieren de nuevo comunicación real y barata.
Cuánto papel trabajado y ahora inútil, ahora ridículo.
Sólo los libros bufonescos quieren quedarse a ver los semblantes arrugados.
No son muchos.

PS. Todo esto no es culpa de la Imprenta.


Braulio Musso

lunes, 16 de febrero de 2009

Bob Dylan





Día con las mismas horas que ayer, día vivido, entero día:
Tras sortear la comodidad y el tráfico de calles que confluyen, obtengo un libro donde leo que...

‘Bob Dylan está tranquilamente sentado en un gran hotel con vista sobre uno de los
pintorescos canales de la ciudad[Amsterdam]...’.

En el trance de ajustar esta y otras imágenes, nos ajustamos nosotros mismos, nos acotamos (digo ‘nos acotamos’, no ‘nos acostamos’), nos calibramos y, a ratos relativamente breves, podríamos parecer sabios calmos y satisfechos.
Raúl Ruiz filmó de esa manera un par de escenas, desde una ventana sobre las calles modernas y lluviosas de Amsterdam.
El personaje entre-abría la ventana recordando otra ciudad, totalmente distinta...
Eso también me lleva a otra cosa: cuando uno abre la puerta pricipal de un departamento en altura, toda la luz pareciera venirse encima desde las ventanas, más si éstas dan a las calles, a los canales o a los estacionamientos.
Sin embargo y aparte, Días reunidos o dispersos:
Cuánto más conoceremos?
Cuánto más podrá nacer?
Silencio.
En aquella silla, en esa luz, en esa entrevista ( pues era una entrevista la que permitió que un periodista viera a Bob Dylan sentado en un inmueble holandés), nuestro hombre declaró:

‘Uno puede sentirse muy generoso un día y muy egoísta inmediatamente después’.


Braulio Musso

lunes, 9 de febrero de 2009

Calle Divino Maestro







Supongo que uno debe cuidar su cerebro.
Supongo que es bueno seguir y que es bueno seguir sintiendo la Acotada Armonía de estos días que vivimos viendo el Sol rozando los Edificios repletos de vidas.
Así, en estas circunstancias de recuerdo y esperanza, son afirmaciones los planos amarillentos de los Estadios que no fueron, las cenas familiares donde malhumorados fuimos Infames e importantes, los amigos que tuvimos sin saber ni pensar, las vueltas a casa viendo el aeropuerto de Cerrillos entre imperceptibles praderas, la calle Divino Maestro, Lo Espejo cuando caballos aún vagaban entre los arenales y el pasto...
Son afirmaciones y sin desperdicio.
Pasa el tiempo y no hay nada más real que ellas.
A lo más, hay cosas tan reales como ellas.
Hay días que se llaman John Lennon, reacciones nuestras que quieren ser algo compatible con ‘Mind Games’,
calles que se llaman René García Fuentealba, líneas de Humberto Díaz Casanueva,
tardes de Gracia donde le preguntamos al Aire:
‘Si existieron personas como Fernandito o Roberto Hodge,
si alguien escribió y cantó ‘Tears of Rage’:
cómo poder dejar Las Mejores Invitaciones sin respuesta?’.

El Aire no contesta, pero encuentro los Parlantes eternos y Spinetta dice, oh:

‘Y me pregunto:
Cómo dormirán los Enemigos de la humanidad?
Quizás ella arroje su propio fuego como a un vil papel...’.

Damon Albarn dice Nocturno desde el cd, antes de terminar este día:

‘Tomando todo el día
pues el país está en guerra’.



Braulio Musso

lunes, 2 de febrero de 2009

Tren





Pienso en mi padre al ver a un hombre canoso en el tren.
Ojea un libro cuya tapa dice ‘Dónde Vamos?’.
Habría que decir que vamos hacia Bordeaux en la mañana del último día del año.
Pienso aquí que los perfumes, muchas veces, son mal olor dentro de un coche donde conviven gentes dormidas y gentes altaneramente despiertas.
Leo a Milan Kundera, a ratos.
He tomado café casero.
Este tren es un buen tren.
Es decir, constantemente hay quienes buscan los baños a través los pasillos.
Supongo que, al menos, una consistente mayoría los encuentra y utiliza.
Quizás es importante tener esa clase de confianza...
Aún no amanece.
Mi padre ahora baraja naipes para luego quedarse, oh, largamente pensando, inmóvil, con la mitad de ellos en una mano.
Me acuerdo del sonido de los dominós chocándose, que se sentía todas las noches al pasar por
fuera del departamento de un matrimonio de jubilados en Tarapacá con Zenteno.
La tropa de Conserjes... Pedro El Amable, quien nos ofreció vendernos una estufa (ofrecimiento aceptado) en la esquina, frente a La Moneda.
Una mañana estaba, impertérrito, afeitándose en seco con una afeitadora eléctrica, en la salita a la entrada del edificio.
Dónde trabajará, allá mismo?
Seguirá transmitiendo fe y cooperación?

Aclara, las ventanas no reflejan más el interior de este tren que no es más que un tren.
El Azul intenso escapado del negro pronto se acabará.
No tengo sueño Morfeo Ensañado, esta vez Tú pierdes.
Luego de un rato aparecen los árboles que todos alguna vez hemos visto desde un tren.
No veo novedades sino Dulces Repeticiones.
En HoraBuena.


Braulio Musso