lunes, 1 de junio de 2009

El Año 1985






En los días y especialmente en las noches posteriores al terremoto del 85 nos dimos el tiempo de escuchar y de mirar el vuelo de las aves, el cielo, la luz decayendo, los familiares, los ruidos leves a distancia.
A veces pienso qué hacían en ese tiempo todos los jazzistas, boxeadores, escritores, rockeros que venían de vuelta de los 70, vidas anónimas o abandonadas tras el fugaz reconocimiento.
Ahora leo por ej. que el 85 fue un año más bien oscuro para Dylan.
No tengo casi recuerdos diferenciados de todo ese periodo tras el terremoto (eso a veces no es malo...)
Había que seguir andando en bicicleta y tomando leche, dos cosas que se acabaron en la edad donde surgen los problemas ‘existenciales’, ja.
Toda la muerte que vimos por televisión y una portada de diario mostrando un cadáver de alguien en calzoncillos muerto en su siesta, nos era difícil relacionarlas con la fuerza de la tierra que nos había atemorizado sin tragedia.
Un día en medio de los juegos pensé: estamos en el año 1985, todo el planeta está en 1985.
El abuelo más querido de los cuatro había muerto dos años antes, tras una fulminante enfermedad.
No sé si es realmente el más querido por haber muerto el primero, en una edad propia fácil de idealizar (creo que no... que no es únicamente por eso).
Pronto alguien escribiría en un muro cerca de la casa de tía Cristina, oh, en Estación Central:
‘Santo Padre: llevatelo’.
El Fino Toro estaba en esa misma esquina cuando tendría que haber estado jugando por Magallanes en Santa Laura a esa hora, tres de la tarde de esos domingos que no dulcificaré sino en mi interior improbable.
PS. Mi prima atendía una biblioteca popular ahí cerca, oh.

Braulio Musso

2 comentarios:

vicento. dijo...

no conozco los terremotos.
no puedo evitar pensar que son "buenos"
buenos para la historia....para el espíritu....para la humanidad.....
o peor aún...
no son nada. una mancha. un accidente.
tan incoherentes que del puro susto nos damos cuenta que el entorno existe.
que existe aparte de uno mismo, y que aparte de uno mismo tiene también esa capacidad tan literaria de aniquilarse.

braulio musso dijo...

Enorme Cercano:

vuestros destilados nos hacen
ganar el sentido de los actos sabatinos.
Capacidades de aniquilación...
para ebullir y leer y viajar al campo.

Sonriente y viejo,
Guagua Adriática.