lunes, 13 de diciembre de 2010

El más grande regalo




Veo mi alma de nuevo, nunca pensé hablar de estas cosas, no creo en el fin de nada.
Uno siempre quiere seguir escribiendo, el silencio nos acecha, pero no le creemos.
Uno siempre quiere seguir telefoneando sin ningún estilo, odiando los teléfonos, las fichas e internet.
Galletas con pulpa de membrillo, sálvennos, oh.
Tengo de nuevo veinte años, diecinueve, estoy perdido y parlanchín y lleno de esperanza insolente.
Voy a tomarme un par de cervezas para empezar, es bueno romper todas las previsiones.
Daría cualquier cosa por ser dulce, pero nunca podré.
Nina Simone, sálvanos a todos.
La vida ha sido buena, pero lo más impresionante es no estar a la altura de la grandeza tan anhelada de hoy.
El más grande regalo, oh inmenso momento, oh destino dulce, oh destino suave, oh conducción interior, calles forjando la circunstancia central de mi vida.
Lo mejor sería encontrar un trabajo y dejar de especular.
Los recorridos me hicieron, estoy satisfecho de eso.
Todo podría estar peor. Miro por la ventana una vez más, oh agradable compañía.
Estaría muerto en otro lugar, estaría muerto rodeado de otra gente, muerto biológicamente, bah.
Contenido neto de 300 gramos: apiádate de esta salinidad, ja.
No me importa qué se diga sobre el sistema de transporte de la ciudad.
Sé donde estoy y esa es la base de todo, hace cuánto que no veo el Mar?
Quizás debería visitar Caleta Papagayo o El Burrito, pero una vez ahí me desvanecería en ruindades, en filigranas, en Yoísmos.
No quiero reencontrar a nadie, nunca había sentido eso antes. Quiero perderme en esta nueva vida con un estilo de gracia y perdición, tú sabrás en qué estoy, qué cara tengo, qué cosas locas y fomes diré, nada, no importa, y está bien.
Es pesado. Ya no fui un borracho, pero sí un bebedor y un comedor. Es más caro y un poco más elegante, vano.
Ya casi ni puedo entender lo que oigo. Es por eso que no quiero hablar más. Tú me mejoraste, fuimos a conciertos de música clásica, me pusiste en claro un par de cosas de una manera tan para siempre. Recuerdo un par de obras.
Es un relajo escuchar de nuevo los programas deportivos y fruncir el ceño.
Fruncir el ceño me lleva siempre a mi padre, a su burla.
Me encanta su burla.
Hay gente extremadamente circunspecta que se toma a sí misma por loca divertida, no caigamos en eso!
No hay mucho más, dejamos ejercicios espirituales en los que no tenemos disciplina.
Es mejor usar ropa blanca para evitar manchas al lavarse los dientes.
Pero es vergonzoso usar ropa blanca en la calle.
Trato que mis pantalones blancos se pongan cafés lo más pronto posible.
Eso también es vergonzoso, como muchas otras cosas, palabras y más palabras.
Voy a ir al estadio. Quiero ver a los viejos gritando, sin saber sus vidas, quiero ver a los grandes viejos gritando sin pedir nada, voy a gritar con ellos, voy a ceder asientos como ellos, volveré clásicamente desconsolado.
La culpa es de los empresarios dirigentes, eso lo voy a gritar siempre.

(Escrito hace dos meses)

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