Es de noche y voy a parar, da lo mismo
Es de noche, cayó la noche, ya no puedo escribir tan rápido, mi sistema va regularizándose, asunto que me alegra un poco.
Los aposentos siento que tienen tu dulzor en este momento, con esta luz, los audífonos sobre la mesa.
No hay historia, esto es tras las historias, tras los divertimentos.
Si no siento esta noche, los árboles no entrarán en mis sueños.
Los afiches del teatro son gratis, los conciertos caros.
Volver es un síndrome de la humanidad.
A la mañana siguiente no creo que sea sofisticación inadmisible exprimir naranjas.
Los objetos se han mantenido en sus posiciones, dormir de corrido da esa ilusión.
Has limpiado toda la casa mientras yo volvía lentamente.
Tu tranquilidad es La Tranquilidad. Todo lo que necesitamos es la visión de la ciudad.
La salida más fácil es la tecnología. Mejor tender la ropa, tararear cositas.
Sería bueno ser fumador en estos momentos, es cómodo y hay que gastar harto tiempo, comprar los cigarros, encenderlos, lavarse las manos, largo todo eso.
Luego también se puede hablar un poquito con el vendedor, excusas.
La gente se cambia de casa, vende la casa de sus padres y tiene un poco de dinero, restaurantes.
Vanidades, hay que elegir las vanidades propias.
La desesperación es aleatoria. Ya no quiero mirar más los árboles, al menos no por hoy.
De alguna manera se sabrá el punto de desviación, no he aprendido nada.
Lo que necesitamos es no salir nunca más de esta ciudad.
Nunca cambiarás de nombre en mi corazón, siempre das vuelta mi violencia.
Tengo un corazón. Puede provocar risa, pero es verdad.
Hablar de ti es suplementario, la prensa internacional es peor que la del país.
Tengo que seguir pronunciando frases y haciendo gestos para que los órganos no mueran o se atrofien.
Nadie me creería mis peores actos. La neblina es real en el Cerro, la veo desde aquí, está ahí, ocho veinte de la mañana.
Tantos kilómetros para terminar diciendo estas cosas, mezclando lo que nunca quise mezclar, descontrolando el bello orden generador. Yo lo había probado, era bueno seguir escribiendo de la otra manera, no desparramarse, nunca me gustó esto, y aquí estoy jugando, bagatelas lastimosas.
Voy a parar aquí. Sí, parar, esta es la última palabra.
lunes, 6 de diciembre de 2010
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