lunes, 8 de noviembre de 2010

El Cerro es el Cerro




Esta extensión, estas tierras son de nuestras vidas.
Los colores del Cerro están en toda la terrible ciudad nuestra.
Su esparcimiento hace llorar y sonreír, en él están repartidas las gentes.
Ser de aquí es reírse macabramente de todo lo vivido, es inexplicable, no hay lenguaje para eso, pronto quedaremos mudos, dónde retirarse será la próxima búsqueda.
La gente está loca de cansancio y dulzor, sus saludos nos dejan muertos de esperanza e impotencia.
Retirarse a los treinta es retirarse a la edad justa para retirarse.
Debates, esfuerzos de nomenclaturas, bravo.
Este estado es un estado que durará cuánto?
Este ánimo anda desastrado y óptimo. Dónde iremos luego?
El Cerro está ahí desde siempre, el Cerro está dentro de los amigos.
El Cerro no exige ser recorrido, el Cerro es el Cerro.
Este tiempo está tan adentro y tan afuera, es completo. Hay de todo, nos pilla así mansos, sin vocabulario que describa la nueva inmensidad.
El Cerro atrae cientos de aves, sus nidos son el honor de la materia escasa.
En la compañía definitiva también hay soliloquios.
En el Cerro estamos vivos, vivimos gracias al Cerro.
El Cerro no nos dejará, el Cerro quiere tocar nuestras manos.
Ese es nuestro deseo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Cerro es enorme, su lado vegetal también.

A veces pienso que las plantas están ahí, en algunas ubicaciones, señalando la victoria de la vida, por sobre ideologías de muertes, quizás sobre toda ideología.

Una planta que quiebra su frasco, que quiebra el cemento puesto sobre sus raíces.

¿Eso es parte del cerro? ¿Es parte de la contemplación? ¿Es parte del hábitat, de la amistad?

Gato montañista