Su verdadera dimensión
Tiene que volver el momento del buen presagio, tiene que imponerse de nuevo tu pelo con pinches, los que le dan a tu rostro candoroso su verdadera dimensión adorable.
Tengo furor, tengo múltiples fuerzas que no caben en mi corazón desorbitado, estoy parado con mi mano en él, apretándolo y soplándolo, magullándolo, nunca pensé caer tan bajo, nunca más hablaré contra los cantores exclusivamente románticos, o quizás sí, son unilaterales, ja.
Leo a los santos de Occidente (un par de líneas, ja), leo a los poetas del sur de Chile, discursos sindicales, entrevistas de fumadores, gestos de boxeadores, tantas verdades y ninguna mentira.
Un día nublado es un día más coherente.
Nunca pensé andar de nuevo con el lanzallamas dentro, partiendo cada segundo y raspando como una escofina caliente.
Supongo que todo esto está destinado y es a la vez el chiste de alguien que filma en Ucrania o en un país así.
Estar desacostumbrado al dolor te hace más gritón. No tengo hambre ni sed hace varios días, pero de todas maneras me repito.
Voy a rodear el valle, voy a ser un personaje de A Un Dios Desconocido de Steinbeck, aquel que vivía entre el mar y el valle y al que nadie podía encontrar.
Voy a ser eso, pero voy a seguir donde mismo, con todo lo de siempre, contigo y con La Gracia.
No sé de dónde seguir improvisando, habrá que repetirse o consultar los Manuales de los Grandes Insípidos.
Ellos viven muy bien supongo.
A esta altura no es poco preparar un buen té.
Las plantas tendrán que esperar mi saludo.
Un buen pipeño para el alma, como en otro planeta.
(hace tres meses)
lunes, 3 de enero de 2011
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1 comentario:
Yo también ando con el lanzallamas dentro. Solo se apaga con cervezas.
Hola, Jorge.
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